La primera vez que vimos a Gaudí por las calles de nuestra ciudad no tenía muy buen aspecto pues comenzaba a tener problemas de piel. Por aquel entonces solo pudimos ofrecerle agua y comida pues no teníamos un sitio para él. Después de algunas semanas sin volver a tener rastro de él, una compañera lo encontró en su barriada, enroscado en la alfombra de una casa. Estaba muerto de frío, no tenía apenas pelo que lo protegiera del invierno y su piel estaba muy irritada. Afortunadamente, Gaudí volvió a nosotros cuando ya podíamos brindarle lo que necesitaba: atención veterinaria y un lugar donde poder recuperarse. Gaudí es positivo en leishmania, una enfermedad con la que tendrá que convivir para siempre, aunque mientras esta esté controlada puede hacer una vida completamente normal, sólo necesitará controles periódicos. Es una enfermedad que no se contagia por contacto a otras personas ni animales, por lo que puede convivir en familia como cualquier otro perro (la enfermedad se contagia por la picadura de un mosquito llamado flebotomo). Tenemos la esperanza que alguien pueda mirar más allá de su enfermedad y quiera compartir su vida con un galgo lleno de vitalidad, alegría y con ganas de vivir. Además Gaudí es muy cariñoso, se lleva genial con otros perros y también con gatos, ¡siempre está deseando que todo el mundo le de mimos! Le encanta tumbarse al sol y, como no, pegarse alguna carrerita de vez en cuando, aunque os advertimos que Gaudí es un galgo adicto a la tranquilidad y una cama bien mullidita. ¿A qué esperas? ¡Gaudí está esperando compartir su vida contigo!